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lunes, 10 de octubre de 2011

ISPANSI (ESPAÑOLES)



SINOPSIS. Corre el año 1936 y España se dirige a uno de los episodios más convulsos de su Historia: la Guerra Civil. Es en estas circunstancias que la República envía a 3.000 niños a la Unión Soviética con el pretexto de ponerlos a salvo de la contienda y las circunstancias de la guerra. Beatriz (Esther Regina), hija de una asentada familia cuyo hermano y padre son falangistas, al enterarse del inminente traslado de los niños de los orfanatos a territorios soviéticos, decide robar los documentos de identidad de una republicana muerta y participa en el cuerpo de profesores voluntarios para cuidar  a dichos niños, uno de los cuales es en realidad hijo suyo pero que terminó en el orfanato por el hecho de que ella no estaba casada. Pero su viaje, largo y tedioso, le conduce a través de Europa hasta que, en 1941, se encuentra en medio del enfrentamiento germano-soviético. La claudicante situación del Ejército Rojo ante el avance de los alemanes, complica y dificulta su ya de por sí duro viaje. Un Comisario Político de la Unión Soviética llamado Álvaro (Carlos Iglesias) se les une e intenta ayudarles. Las complicaciones se van sumando.


LO MEJOR DE LA PELÍCULA. Si hay algo que pueda quedar en la memoria visual del espectador en “Ispansi” y sea digno de ello es sin duda la escena en la que irrumpe en la trama la División Azul. Viendo el desarrollo de la cinta en ciertos momentos, y el ya consabido tono tendencioso del cine español sobre estas cuestiones, uno se espera una imagen demonizada de los soldados de la División Azul (División 250 de la Wehrmacht). Sin embargo, son reflejados  sin ningún propósito denostador, sin ninguna suerte de fanatismo. Es por ello que resulta sumamente interesante el encuentro que mantienen con las divisiones de las SS alemanas y, posteriormente, la conversación con los fugitivos republicanos españoles. Sin duda una buena, aunque exigua oportunidad de ver a aquellos soldados españoles en el cine, como pocas veces se ha hecho. Escenas como la que Carlos Iglesias nos regala es imperativo valorarlas más allá de su verosimilitud pues no es menos cierto que sería en vano la espera de que el cine foráneo fuese a dedicarle alguna película o escena a la División Azul o les preocupe la historia de los fugitivos republicanos.


LO PEOR DE LA PELÍCULA. En concretas escenas, que no pocas, “Ispansi” muestra una trama que parece reticente a abrazar los arquetipos, prejuicios y la impronta tendenciosa que suele caracterizar el cine español, sobre todo el más reciente, en lo tocante a temas históricos de los años ’30 y ’40. Y lo hace en diversas ocasiones a través de imbuir a la trama un semblante de alegoría pacifista gratuita que se desdibuja a cada segundo de película para terminar en una simplona y perversa conclusión de que la guerra en España fue una guerra entre hermanos pero en la que unos (se intuye quienes) tuvieron más culpa que los otros. A ello cabe sumar el excesivo talle que supone para el director el construir la trama una vez entra en la contienda bélica mundial, ya que se pierde en una dispersión temática que no encuentra como reconducir.

COMPARACIÓN. No es el cine español muy dado a explorar los avatares de la Segunda Guerra Mundial. Me atrevo a decir que más que por carencias técnicas, del todo comprensibles dada la alta exigencia que ello impone, se trata en realidad de una nueva manifestación de lo partidario y sesgado del poder creador de nuestros cineastas actuales, más propensos a recrear a su “saber y entender” la Guerra Civil en películas como “Soldados de Salamina”. En época franquista ya se había rodado “La Patrulla” pero la perspectiva es notablemente distinta dado que únicamente tiene un propósito propagandístico anticomunista y más que creador en sí.  Lo que hace acreedora a “Ispansi” de una mínima gratitud es que, aun cayendo en esa tendencia, intenta por momentos no hacerlo y guarda cierta consideración para con los no republicanos o, como se ha referido ya, con los soldados de la División Azul. Esa es, aunque resta camino por hacer, la tendencia que podría llevar a hacer grandes películas en España acerca de la temática una vez nuestro cine se desprenda de ese fervoroso y  febril rencor en el quehacer cinematográfico.


HISTORIA. Lo que, en suma, “Ispansi” nos viene a mostrar es un paseo por una Europa sacudida por los acontecimientos del momento y estremecida por su inestabilidad y la que luego asolaría Europa desde el particular punto de vista de una española, Beatriz, que vive como puede en sus dificultosas circunstancias familiares y que, al tiempo que va viendo el desarrollo de los hechos, nos va dando una perspectiva de los mismos.


Resulta, bastante llamativo, tanto desde el una óptica histórica como cinematográfica, que una película consiga aunar las diferentes “Españas” del  entonces desde un único punto de vista; no obstante lo cual, la cinta remata por abrazar una dinámica republicana filosoviética. Y en cierta medida es justo el tributo a los fugitivos españoles (entre ellos los casi 1500 niños y 40 profesores) que, huyendo de la guerra patria y de los vencedores de la misma bajo el temor a duras represalias, se dispersaron por otros países europeos, como Francia, Suiza o la URSS. Fueron precisamente los que se cobijaron al amparo del régimen soviético esperando el mejor de los tratos por su proveniencia republicana, so pretexto de su afinidad ideológica, acabaron por padecer las consecuencias de su propia decisión, si bien es algo que la película se cuida en esquivar. Es más, muchos de estos pobres desdichados cayeron en la falsa creencia (como el piloto del Ejército Rojo Luís Lavín, entre otros cientos) de que, terminada la guerra con la Alemania nazi, los bolcheviques iban servirles en bandeja y ayudarles en su venganza contra el régimen del general Franco. Muchos murieron, aun en espera de ella, bajo aquel infame gobierno, para los cuales es justo y debido el tributo que por ello merecen; pero no es menos cierto que quizás la literatura, el cine y otros campos del arte se han centrado demasiado en éstos, en perjuicio de los demás. Y ello a pesar de su equívoca decisión dado que salvo personajes de la élite política, como Dolores Ibárruri, a duras penas consiguieron vivir la mayoría de aquellos españoles.


Y es que, aunque desde las élites artísticas no parezcan ser acreedoras de homenaje alguno apenas, es debido hacer mención, por oposición a los anteriores, a todos aquellos que, terminada la guerra, aceptaron el destino de su país y, en su caso, adoptaron la lucha interna. Aquellos, contrarios al régimen, que fueron denominados modo genérico como “rojos” (fuesen republicanos, anarquistas, monárquicos, cedistas ortodoxos o falangistas de la primera época) optaron por criticar y quebrantar el sistema franquista desde dentro, una opción más útil y lógica, dado que inteligentemente eran sabedores de que los regímenes autoritarios se derrumban desde dentro por ser éstos tendencialmente impermeables a las habladurías y rumores foráneos. Sin embargo, y obviando la excepción de los primeros años de posguerra, quienes se quedaron en España, los afines a Franco y los que no lo eran, es decir, los que optaron por la opción más valiente de resistir desde dentro y actuar internamente, consiguieron salir adelante y vivir de una forma más o menos decente lo que, a la postre, les permitía centrarse en su lucha antifranquista. Mientras, los españoles en la URSS, salvo los que gozaban del patrocinio de algún Comisario Político o miembro del partido, se centraban en cuestiones más vitales, como la propia manutención.


Es, por consiguiente, una verdadera lástima que las artes escénicas, en general, y el cine en particular se postule y congratule con quienes optaron por la opción más fácil aun a pesar de las circunstancias, desdeñando sin consideración alguna a los que valientemente afrontaron el destino de su país. Leyes de Memoria Histórica, juicios totalmente anacrónicos, manifestaciones antifranquistas o investigaciones discrecionales sobre quienes huyeron y sobre los que se quedaron son meros instrumentos de cara a la galería de un sector político, pero que llega con más de treinta años de retraso ya que ahora no son necesarias. La enfermedad superada no precisa medicinas para su curación.


APARTADO TÉCNICO. A diferencia de lo que suele ser habitual en el cine español, los productores de “Ispansi”, sin excesivos alardes, logran superar el examen técnico de la cinta a base de discrecionalidad y, sobre todo, con un especial empeño en no incurrir en errores notorios. Destaca en el bando ruso la presencia de los camiones Zis tan ampliamente utilizados por los rusos en la contienda y la sempiterna presencia de las locomotoras, mezcladas con pequeñas armas como los Schmeisser alemanes así como revólveres de todo tipo. Todo ello entremezclado con unas indumentarias perfectamente adaptadas a su contexto histórico y algún destello como el ataque de los Stuka (JU-87) alemanes.


ERRORES. Se trata de una cinta que promete desde el principio pero que no tarda en tomar la senda de la discrecionalidad y que, a costa de esa postergación de los alardes tanto en lo técnico como en lo argumental, a parte de desazonar la película en sí, hace que los errores no sean ni abundantes ni de importancia en lo que toca al desarrollo de la misma. No obstante, los errores son evidentes. En primer lugar, resulta absolutamente sorprendente que el régimen estalinista dispusiese, en una época de tan grandes apuros, de su extensa red de ferrocarriles en favor de unos españoles que nada le aportaban en su guerra con Alemania. No es lugar este para hablar de ella, pero la generosidad del Camarada Supremo Soviético brilló siempre por su ausencia, sobre todo con los republicanos españoles, más aun tras la derrota de éstos. En segundo lugar, aunque es un detalle de gustosa presencia, el ataque de los Stuka resulta totalmente superficial y absurdo, con el claro y único propósito de mostrarlos, dado que su ataque carece de sentido cuando bombardean a una población civil dispersa y en un paraje inhóspito, sin que vuelvan aparecer: los objetivos de la Luftwaffe eran siempre militares porque ese era el modo más efectivo de lastrar a las fuerzas rusas y, todavía más, si se piensa en la carestía de recursos que se vivía en el frente ruso. Tampoco pasa desapercibida la estancia en una granja de la estepa rusa dado que, estando la URSS en plena Segunda Guerra Mundial, contrasta la relajación del ambiente bucólico en el que viven los personajes centrales.


LA FRASE. “Son como animales: no atienden a razones”. Esta frase, pronunciada por una monja, al inicio de la cinta y en medio del saqueo y quema del convento por sectores de exaltados republicanos, es una de las muchas que la presentación del contexto histórico de la película regala al espectador. Y ello porque, al margen de mostrarnos cómo de convulsa se hallaba España a mediados de julio de 1936, esta frase, aplicable a uno y otro bando por igual, pone en alza la desmesura política a la que se había llegado, el rencor generado por la inestabilidad de una falsa democracia y la utilización de la sinrazón discursiva por parte de ciertos políticos que dio lugar a unos fuertes brotes de violencia en las postrimerías de la Guerra civil. No obstante, a la luz de las circunstancias actuales, y de la coyuntura económica, social y política, me tomo la licencia de aplicar esta frase y su carga de significado a la clase gobernante actual que, ignorante del peligro del cultivo de la demagogia barata, la mentira fácil y de los ejercicios de pantomimas populistas, se muestra ciega de cara a las consecuencias pasadas de la zafia práctica de estas “artes”, capaces de engendrar auténtica violencia en quienes se dejan imbuir por esa dialéctica.


PARA QUIEN. Si lo que se busca es una película española diferente al arquetipo de cine hecho en este país o “españolada”, si se me permite, es claro que “Ispansi” es un buen paso para el comienzo. Para el público en general, aun a pesar del escaso didactismo, se hace bastante aceptable ya por su notable ambientación, ya por ciertas secuencias que rozan lo genial. Pero que nadie se engañe: sigue siendo cine español, colmado de prejuicios y sin excesos creativos en la historia en si misma considerada. Las escenas de acción resultan, en su mayoría, carentes de credibilidad.




VALORACIÓN. La película de Carlos Iglesias presenta un muy buen comienzo, con una acelerada muestra de la situación prebélica, con una ácida crítica hacia las dos Españas (con los exaltados republicanos como bestias y el joven falangista tan pasional y cerril con sus ideales), sirviéndose para ello de un decoroso reparto (estando entre los antes mencionados la gallega Isabel Blanco, además de los antes mencionados). Sin embargo, la película intenta reconducirse hasta un final que procura erigirse como una alegoría pacifista en esa separación de ideales, al tiempo que mostrar las penurias de la guerra. Pero, en la búsqueda de esos logros, no consigue ni lo uno ni lo otro y se pierde en un camino de disquisiciones de índole moral, abrazando a uno de los bandos y despreciando al otro, aderezando recursos técnicos sin ton ni son y, además, intentando poner un final poético al film, lo que a duras penas consigue dados los derroteros que toma la trama. Una película, en suma que, como cine español se deja ver, pero de escasa relevancia en términos de cine bélico comparado.